Fósil Viviente
Fósil Viviente
Un fósil viviente es un taxón con individuos vivos que se asemeja morfológicamente a especies relacionadas conocidas solamente por el registro fósil. El término fósil viviente es una expresión informal utilizada para calificar especies no extintas que han evolucionado de manera lenta y conservan rasgos de sus antepasados más antiguos. Para definir a una especie bajo este término, tiene que existir un registro fósil continuo, y la especie fósil debe ser antigua en relación con la época de origen del clado existente. Los fósiles vivientes suelen ser de linajes pobres en especies, pero esto no tiene que ser necesariamente el caso. Si bien el plan corporal de un fósil viviente sigue siendo superficialmente similar, nunca es la misma especie que los ancestros remotos a los que se parece, en tanto la deriva genética cambia inevitablemente su estructura cromosómica.
Los fósiles vivientes exhiben equilibrio puntuado (también llamado "braditelia" o evolución inusualmente lenta) a lo largo de escalas de tiempo geológicamente largas. La literatura popular puede afirmar erróneamente que el «fósil viviente» no ha experimentado ninguna evolución desde tiempo distante, prácticamente sin evolución molecular ni cambios morfológicos. Las investigaciones científicas han desacreditado repetidamente tales afirmaciones. Este término ha caído en desuso entre paleontólogos y biólogos evolutivos.
Los cambios superficiales mínimos de los fósiles vivientes son declarados erróneamente como una ausencia de evolución, pero constituyen ejemplos de selección estabilizadora, que es un proceso evolutivo—y quizás el proceso dominante de la evolución morfológica.
Características
Los "fósiles vivos" tienen dos características principales, aunque algunos tienen una tercera:
Son organismos vivos que pertenecen a un taxón que ha permanecido reconocible en el registro fósil durante un periodo de tiempo inusualmente largo.
Muestran poca divergencia morfológica, ya sea con respecto a los miembros tempranos del linaje o entre las especies existentes.
Suelen tener poca diversidad taxonómica.
Los dos primeros criterios son necesarios para reconocer el estatus de fósil viviente; algunos autores exigen también el tercero, mientras que otros simplemente lo señalan como un rasgo frecuente.
Tales criterios no están bien definidos ni son claramente cuantificables, pero los métodos modernos de análisis de las dinámicas evolutivas pueden documentar el ritmo distintivo del equilibrio puntuado. Linajes que muestran equilibrio puntuado en escalas de tiempo muy cortas no se consideran fósiles vivientes; lo que no está bien definido es la escala de tiempo en la cual debe persistir la morfología para que tal linaje sea reconocido como un fósil viviente.
El término "fósil viviente" es muy frecuentemente malinterpretado, sobre todo en medios de comunicación populares, en los que a menudo se utiliza sin sentido. En la literatura profesional, la expresión rara vez aparece y debe emplearse con mucha más precaución, aunque se ha utilizado de forma inconsistente.
Un ejemplo de concepto que podría confundirse con el de "fósil viviente" es el de "taxón Lázaro", si bien no son equivalentes. Un taxón Lázaro (ya sea una sola especie o un grupo de especies relacionadas) es uno que reaparece repentinamente, ya sea en el registro fósil o en la naturaleza, como si el fósil hubiera "vuelto a la vida" .En contraste con los "taxones Lázaro", un fósil viviente en la mayoría de los sentidos es una especie o linaje que ha sufrido excepcionalmente pocos cambios a lo largo de un largo registro fósil, dando la impresión de que el taxón existente se ha mantenido idéntico durante todo el periodo fósil y moderno. Sin embargo, debido a la inevitabilidad matemática de la deriva genética, el ADN de la especie moderna es necesariamente diferente del de su lejano ancestro de aspecto similar. Es casi seguro que no podrían reproducirse de forma cruzada, y no son la misma especie.
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